jueves, 29 de mayo de 2014

OCHO MITOS DESMOTADOS SOBRE LA AYAHUASCA


Ocho mitos desmontados sobre la ayahuasca

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Imagen de Chris Kilham.
La ayahuasca tiene todas las papeletas para generar mitos a su alrededor: por su origen (la selva del Amazonas), por el saber arcano transmitido de un modo poco convencional entre chamanes, por sus efectos sobre la mente y el espíritu de quien la prueba y, finalmente, por su legalidad, moviéndose en una zona gris entre la tolerancia y el ojo vigilante de la policía del pensamiento.
Todos estos mitos crecen en torno a la ayahuasca como una liana de estereotipos, promesas y prejuicios que amenazan con no dejar ver la floresta de sabiduría que encierra el brebaje. Pero los mitos no sólo provienen de sus detractores sino también de algunos de sus promotores que, llevados por el entusiasmo o, peor aún, por la codicia, difunden ideas erróneas sobre la planta que son tomadas por dogmas de fe por la cada día más nutrida comunidad ayahuasquera.
Con motivo del primer Congreso Mundial de Ayahuasca, organizado por la Fundación ICEERS, que se celebra el próximo mes de septiembre en Ibiza, hemos pedido ayuda a dos de los ponentes del evento para tratar de derribar varios de los mitos más extendidos.

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Es ilegal
La ayahuasca está suspendida en un limbo legal, pues si bien la planta en sí (la combinación de dos plantas que conocemos como “ayahuasca”) no está fiscalizada, uno de sus principios activos, el DMT –responsable de las visiones- sí aparece en la lista 1 de la JIFE, autoridad supranacional que vigila (léase “prohíbe”) el uso de las drogas en el mundo.
La legalidad de la ayahuasca depende del país, del contexto e incluso de la interpretación de la ley por parte del juez: “Lo que no es legal en España es la importación, pero sí tenemos autorización legal para tomar en el contexto religioso”, señala Juan Carlos de la Cal, miembro primigenio de un de las dos únicas religiones afincadas en España que utilizan la ayahuasca (“daime”) como sacramento, el Santo Daime y la Unió Du Vegetal (UDV), ambas originarias de Brasil.
Valgan dos datos para situar la ambigua situación legal de la ayahuasca: a nivel internacional, la ONU defiende y fomenta su uso con su brazo cultural (la Unesco) mientras persigue y fiscaliza con su brazo represivo (la JIFE). Por su parte, en España la policía vigila la entrada de ayahuasca en el país y persigue las ceremonias, pero en última instancia los jueces avalan su uso terapéutico en un 98% de las ocasiones.
Su uso es milenario
El término “ancestral” es un comodín para legitimar cualquier tradición médica o espiritual. En el caso de la ayahuasca no existe registro de su uso tal y como lo conocemos (una combinación de Banisteriopsis caapi y Psichotropia viridis) anterior a 1740, cuando aparecen las primeras menciones en las crónicas de los jesuitas en las selvas de Perú. Si bien es cierto, que el uso de la liana ayahuasca por separado antecede en varios siglos al uso del bebedizo que hoy conocemos por ayahuasca: “Se han encontrado restos de la Banisteriopsis –pero no de DMT- en pelos de momias de hace un milenio en el norte de Chile, lo que hace pensar que existía desde tiempos inmemoriales un intercambio de plantas medicinales del Amazonas por sal del desierto”, resume José Carlos Bouso, estudioso de los efectos neuropsiquiátricos de la ayahuasca y uno de los ponentes del Congreso de Ibiza.
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Es adictiva
Técnicamente, la ayahuasca no está prohibida por la JIFE, pero sí lo está su principio activo, el DMT. Esto significa que uno de los principios activos del té está estigmatizada al compartir estatus legal con otras drogas de abuso, tales como la cocaína o la heroína. Sin embargo, la ayahuasca está lejos de ser una sustancia que genere adicción: no se ha descrito un solo caso de “enganche” en la literatura científica. “No es adictiva. Hicimos un estudio en Brasil y no encontramos indicadores de adicción entre los consumidores habituales”, señala Bouso. Muy al contrario, la ayahuasca viene utilizándose con éxito para la desintoxicación de otras drogas, como las citadas o el tabaco y el alcohol.
Puede ser letal
La posibilidad del mal viaje es inherente a la ingesta de ayahuasca, pero eso no convierte a la planta en peligrosa. Si bien algunos medios sensacionalistas han utilizado esta analogía para insinuar o afirmar que la ayahuasca puede ser perniciosa para el viajero, incluso letal, no existe una sola muerte documentada que vincule la ingesta de la ayahuasca con la muerte.
Lo cual no significa que todo el mundo pueda tomarla. En opinión del neurocientífico José Carlos Bouso, “está contraindicada en personas con un historial de trastornos mentales, como la esquizofrenia. A nivel físico se trata una decocción bastante segura desde un punto de vista médico, aunque hay que notar que aumenta la presión arterial, de modo que las personas con enfermedades coronarias deberían ser precavidas”.
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El mito del “indio bueno”
Como buena tradición ancestral –con reparos, tal como vimos arriba- e indígena, la legitimidad del chamán parece estar vinculada a su etnia, así que resulta fácil tachar de sospechosos a los blancos que convidan ayahuasca, en tanto los indios gozan del beneficio de la duda. Sin embargo, la naturaleza humana es común al europeo y al amazónico, así que lo recomendable es disponer de una buena referencia del chamán, sea cual sea su origen: “por llevar cuatro plumas un indio no está cualificado para dar planta”, resume Juan Carlos de la Cal, que colabora en la redacción de un código ético para dar ayahuasca a través de la llamada Plantaforma. “Según decía Chico Corrente [que introdujo el Santo Daime en España]: “El chamán es el que hace llover. Y de esos hay muy pocos””, apostilla.
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Segregamos DMT al nacer y al morir
Uno de los mitos más recurrentes en torno a la ayahuasca tiene que ver con la presencia del DMT en el cerebro. Según esta teoría –popularizada por Richard Strassman en su libro ‘La molécula del espíritu’- la glándula pineal segrega DMT en el feto y en el preciso instante que morimos, así como durante la fase del sueño REM. Sin embargo, esta evocadora metáfora está en entredicho por la ciencia:
“Se sabe que hay DMT en nuestro sistema nervioso pero apenas son trazas y no hay evidencia de que esté implicada en ningún proceso mental; además, en nuestro organismo hay otras 40 triptaminas más”, explica el neurocientífico José Carlos Bouso. “La hipótesis del DMT como “molécula del espíritu” es eso: una pura hipótesis, según ha reconocido posteriormente el propio Strassman, aunque ha sido tomada como un axioma por mucha gente”.
Está amenazada
Es indudable que la selva amazónica está amenazada, pero no así la ayahuasca, que ha convertido en un cultivo muy rentable tanto para chamanes como para las religiones ayahuasqueras de Brasil. “Cada vez es más difícil acceder a la ayahuasca salvaje –confirma Juan Carlos de la Cal, uno de los fundadores en España del Santo Daime-, pero su cultivo está cada vez más extendido en el Amazonas. Es una planta de rápido crecimiento y con una fuerte demanda, así que su futuro no corre peligro”.
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Es la panacea para la salud
Si los detractores de la ayahuasca tildan la planta de peligrosa o incluso letal, en el otro extremo del arco se encuentran sus exagerados entusiastas, que le atribuyen propiedad cuasi-milagrosas, desde arreglar un desaguisado vital hasta curar un cáncer. Son afirmaciones sin respaldo científico: si bien la planta se ha demostrado eficaz para tratar trastornos psicológicos de amplio espectro, son más dudosos sus beneficios sobre la salud física: “La ayahuasca se ha demostrado como una eficaz herramienta de introspección personal, e incluso puede funcionar desde un punto de vista psicológico o psicosomático, pero no tiene forma de curar enfermedades víricas o bacterianas ni mucho menos, cánceres”, afirma el investigador José Carlos Bouso.

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