".....Cuando
estuvieron completamente en paz y apartados de todas las cosas, se
dieron cuenta de que el Simorg estaba ahí con ellos, y que para ellos
comenzaba una nueva vida al lado del Simorg. Todo lo que tuvieron que
hacer fue lavarse de todo lo anterior. El sol de la majestad emanó
poderoso sus rayos y en el reflejo de cada uno estaban los rostros de
Simorg en el mundo interior. Todo era tan asombroso que ya no sabían si
eran ellos mismos o si se habían convertido en el Simorg. Al final, en
un estado de contemplación, se dieron cuenta de que ellos eran el Simorg
y que el Simorg era los treinta pájaros. Cuando veían al Simorg, se
veían a sí mismos y eran el verdadero Simorg, aquello que habían sido, y
cuando volvían sus ojos hacia sí mismos, veían al Simorg, porque ellos
eran el Simorg. Y percibiéndose a la vez, ellos y Él, se dieron cuenta
de que el Simorg y ellos eran el mismo y único Ser. Nunca nadie en el
mundo oyó nada igual a esto.
Entonces se pusieron a meditar y, después de un momento, preguntaron al Simorg, sin usar sus lenguas, si podía revelarles el secreto de la pluralidad y la unidad de los seres. El Simorg, sin usar el habla les dijo: “El sol de la majestad es un espejo. Aquél que se ve en él, ve su alma y su cuerpo, y los ve por completo. Como habéis llegado hasta aquí como treinta aves os miráis como treinta aves en este espejo. Si hubieran venido cuarenta o cincuenta, hubiera sucedido lo mismo. Y aunque ahora habéis cambiado, en este espejo os veis como antes. ¿Puede la vista de una hormiga alcanzar a ver las Pléyades? ¿Puede este insecto levantar una viga? ¿Se ha visto a un mosquito picar a un elefante? Todo lo que habéis conocido, todo lo que habéis oído, ya no existe. Cuando cruzasteis los valles del sendero espiritual y cuando hicisteis buenas obras, fue por mi acción; así fuisteis capaces de ver los valles de mi esencia y mis perfecciones. Vosotros, que sois sólo treinta aves, hicisteis bien en sufrir, en asombraros y en impacientaros. Porque yo no soy más que treinta aves. Y soy la verdadera esencia del verdadero Simorg. Aniquilaos gloriosamente y con gozo dentro de mí, y en mí os encontraréis. Entonces las aves se perdieron a sí mismas para siempre en el Simorg, la sombra se perdió en el sol, y eso fue todo. "Publicado por Arsgravis , tomado del “Mantiq al-Tayr”, o “La asamblea de los pájaros” de Farid Uddin Attar.
Entonces se pusieron a meditar y, después de un momento, preguntaron al Simorg, sin usar sus lenguas, si podía revelarles el secreto de la pluralidad y la unidad de los seres. El Simorg, sin usar el habla les dijo: “El sol de la majestad es un espejo. Aquél que se ve en él, ve su alma y su cuerpo, y los ve por completo. Como habéis llegado hasta aquí como treinta aves os miráis como treinta aves en este espejo. Si hubieran venido cuarenta o cincuenta, hubiera sucedido lo mismo. Y aunque ahora habéis cambiado, en este espejo os veis como antes. ¿Puede la vista de una hormiga alcanzar a ver las Pléyades? ¿Puede este insecto levantar una viga? ¿Se ha visto a un mosquito picar a un elefante? Todo lo que habéis conocido, todo lo que habéis oído, ya no existe. Cuando cruzasteis los valles del sendero espiritual y cuando hicisteis buenas obras, fue por mi acción; así fuisteis capaces de ver los valles de mi esencia y mis perfecciones. Vosotros, que sois sólo treinta aves, hicisteis bien en sufrir, en asombraros y en impacientaros. Porque yo no soy más que treinta aves. Y soy la verdadera esencia del verdadero Simorg. Aniquilaos gloriosamente y con gozo dentro de mí, y en mí os encontraréis. Entonces las aves se perdieron a sí mismas para siempre en el Simorg, la sombra se perdió en el sol, y eso fue todo. "Publicado por Arsgravis , tomado del “Mantiq al-Tayr”, o “La asamblea de los pájaros” de Farid Uddin Attar.
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