Ocho mitos desmontados sobre la ayahuasca
Imagen de Chris Kilham.
La ayahuasca tiene todas las
papeletas para generar mitos a su alrededor: por su origen (la selva
del Amazonas), por el saber arcano transmitido de un modo poco
convencional entre chamanes, por sus efectos sobre la mente y el
espíritu de quien la prueba y, finalmente, por su legalidad, moviéndose
en una zona gris entre la tolerancia y el ojo vigilante de la policía del pensamiento.
Todos estos mitos crecen en torno a la ayahuasca como una
liana de estereotipos, promesas y prejuicios que amenazan con no dejar
ver la floresta de sabiduría que encierra el brebaje. Pero los mitos no
sólo provienen de sus detractores sino también de algunos de sus
promotores que, llevados por el entusiasmo o, peor aún, por la codicia,
difunden ideas erróneas sobre la planta que son tomadas por dogmas de fe
por la cada día más nutrida comunidad ayahuasquera.
Con motivo del primer Congreso Mundial de Ayahuasca, organizado por la Fundación ICEERS,
que se celebra el próximo mes de septiembre en Ibiza, hemos pedido
ayuda a dos de los ponentes del evento para tratar de derribar varios de
los mitos más extendidos.
Es ilegal
La ayahuasca está suspendida en un limbo legal, pues si
bien la planta en sí (la combinación de dos plantas que conocemos como
“ayahuasca”) no está fiscalizada, uno de sus principios activos, el DMT
–responsable de las visiones- sí aparece en la lista 1 de la JIFE,
autoridad supranacional que vigila (léase “prohíbe”) el uso de las drogas en el mundo.
La legalidad de la ayahuasca depende del país, del contexto
e incluso de la interpretación de la ley por parte del juez: “Lo que no
es legal en España es la importación, pero sí tenemos autorización
legal para tomar en el contexto religioso”, señala Juan Carlos de la
Cal, miembro primigenio de un de las dos únicas religiones afincadas en
España que utilizan la ayahuasca (“daime”) como sacramento, el Santo
Daime y la Unió Du Vegetal (UDV), ambas originarias de Brasil.
Valgan dos datos para situar la ambigua situación legal de
la ayahuasca: a nivel internacional, la ONU defiende y fomenta su uso
con su brazo cultural (la Unesco) mientras persigue y fiscaliza con su
brazo represivo (la JIFE). Por su parte, en España la policía vigila la
entrada de ayahuasca en el país y persigue las ceremonias, pero en
última instancia los jueces avalan su uso terapéutico en un 98% de las
ocasiones.
Su uso es milenario
El término “ancestral” es un comodín para legitimar
cualquier tradición médica o espiritual. En el caso de la ayahuasca no
existe registro de su uso tal y como lo conocemos (una combinación de Banisteriopsis caapi y Psichotropia viridis)
anterior a 1740, cuando aparecen las primeras menciones en las crónicas
de los jesuitas en las selvas de Perú. Si bien es cierto, que el uso de
la liana ayahuasca por separado antecede en varios siglos al uso del bebedizo que hoy conocemos por ayahuasca: “Se han encontrado restos de la Banisteriopsis
–pero no de DMT- en pelos de momias de hace un milenio en el norte de
Chile, lo que hace pensar que existía desde tiempos inmemoriales un
intercambio de plantas medicinales del Amazonas por sal del desierto”,
resume José Carlos Bouso, estudioso de los efectos neuropsiquiátricos de
la ayahuasca y uno de los ponentes del Congreso de Ibiza.
Es adictiva
Técnicamente, la ayahuasca no está prohibida por la JIFE, pero sí lo está su principio activo, el DMT. Esto significa que uno de los principios activos del té está estigmatizada al compartir estatus legal con otras drogas de abuso,
tales como la cocaína o la heroína. Sin embargo, la ayahuasca está
lejos de ser una sustancia que genere adicción: no se ha descrito un
solo caso de “enganche” en la literatura científica. “No es adictiva.
Hicimos un estudio en Brasil y no encontramos indicadores de adicción
entre los consumidores habituales”, señala Bouso. Muy al contrario, la
ayahuasca viene utilizándose con éxito para la desintoxicación de otras
drogas, como las citadas o el tabaco y el alcohol.
Puede ser letal
La posibilidad del mal viaje es inherente a la ingesta de
ayahuasca, pero eso no convierte a la planta en peligrosa. Si bien
algunos medios sensacionalistas
han utilizado esta analogía para insinuar o afirmar que la ayahuasca
puede ser perniciosa para el viajero, incluso letal, no existe una sola
muerte documentada que vincule la ingesta de la ayahuasca con la muerte.
Lo cual no significa que todo el mundo pueda tomarla. En opinión del neurocientífico José Carlos Bouso, “está contraindicada en personas con un historial de trastornos mentales, como la esquizofrenia. A nivel físico se trata una decocción bastante segura desde un punto de vista médico,
aunque hay que notar que aumenta la presión arterial, de modo que las
personas con enfermedades coronarias deberían ser precavidas”.
El mito del “indio bueno”
Como buena tradición ancestral –con reparos, tal como vimos
arriba- e indígena, la legitimidad del chamán parece estar vinculada a
su etnia, así que resulta fácil tachar de sospechosos a los blancos que
convidan ayahuasca, en tanto los indios
gozan del beneficio de la duda. Sin embargo, la naturaleza humana es
común al europeo y al amazónico, así que lo recomendable es disponer de
una buena referencia del chamán, sea cual sea su origen: “por llevar
cuatro plumas un indio no está cualificado para dar planta”, resume Juan
Carlos de la Cal, que colabora en la redacción de un código ético para dar ayahuasca a través de la llamada Plantaforma. “Según decía Chico Corrente [que introdujo el Santo Daime en España]: “El chamán es el que hace llover. Y de esos hay muy pocos””, apostilla.
Segregamos DMT al nacer y al morir
Uno de los mitos más recurrentes en torno a la ayahuasca tiene que ver con la presencia del DMT en el cerebro. Según esta teoría –popularizada por Richard Strassman en su libro ‘La molécula del espíritu’-
la glándula pineal segrega DMT en el feto y en el preciso instante que
morimos, así como durante la fase del sueño REM. Sin embargo, esta
evocadora metáfora está en entredicho por la ciencia:
“Se sabe que hay DMT en nuestro sistema nervioso
pero apenas son trazas y no hay evidencia de que esté implicada en
ningún proceso mental; además, en nuestro organismo hay otras 40
triptaminas más”, explica el neurocientífico José Carlos Bouso. “La
hipótesis del DMT como “molécula del espíritu” es eso: una pura
hipótesis, según ha reconocido posteriormente el propio Strassman,
aunque ha sido tomada como un axioma por mucha gente”.
Está amenazada
Es indudable que la selva amazónica
está amenazada, pero no así la ayahuasca, que ha convertido en un
cultivo muy rentable tanto para chamanes como para las religiones
ayahuasqueras de Brasil. “Cada vez es más difícil acceder a la ayahuasca
salvaje –confirma Juan Carlos de la Cal, uno de los fundadores en España del Santo Daime-, pero su cultivo está cada vez más extendido en el Amazonas. Es una planta de rápido crecimiento y con una fuerte demanda, así que su futuro no corre peligro”.
Es la panacea para la salud
Si los detractores de la ayahuasca tildan la planta de
peligrosa o incluso letal, en el otro extremo del arco se encuentran sus
exagerados entusiastas, que le atribuyen propiedad cuasi-milagrosas,
desde arreglar un desaguisado vital hasta curar un cáncer. Son
afirmaciones sin respaldo científico: si bien la planta se ha demostrado
eficaz para tratar trastornos psicológicos de amplio espectro, son más
dudosos sus beneficios sobre la salud física: “La ayahuasca se ha
demostrado como una eficaz herramienta de introspección personal, e
incluso puede funcionar desde un punto de vista
psicológico o psicosomático, pero no tiene forma de curar enfermedades
víricas o bacterianas ni mucho menos, cánceres”, afirma el investigador
José Carlos Bouso.
Todo sobre el Congreso Mundial de Ayahuasa.
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