El 7: ¿Por qué es un número mágico?
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Desde la antigüedad,
este dígito encerró un halo de misterio. Para Pitágoras era “el número
perfecto”, Alighieri lo usaba en sus obras y la Biblia lo menciona con
frecuencia. ¿Qué secreto oculta? De las siete maravillas a los siete pecados capitales, las claves de una cifra que tiene poder en sí misma.
El 7 es considerado un número mágico
porque se compone del sagrado número 3 y del terrenal número 4
estableciendo, así, un puente entre el cielo y la tierra. Si asociamos
el número 14 a la tierra
con sus cuatro elementos y sus cuatro puntos cardinales, con el sagrado
número 3 que simboliza la perfección, llegamos al número 7, que
representa la totalidad del universo en movimiento.
“El número siete -dijo Hipócrates- por sus virtudes ocultas, tiende a realizar todas las
cosas; es el dispensador de la vida y fuente de todos los cambios, pues
incluso la Luna cambia de fase cada siete días: este número influye en
todos los seres sublimes”.
Su simbología se obtuvo, probablemente, a partir del cielo, donde los siete planetas clásicos forman un todo: el septenario. El Sol, la Luna y los planetas visibles:
Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. La inmensa mayoría de
símbolos de siete elementos en el mundo entero derivan de este modelo
celeste de las siete esferas.
Hay,
además, una gran concordancia entre el número 7 y el 12: como 3 y 4
suman 7, tres veces 4 hacen 12, que son los planetas y los signos
derivados de la misma raíz y participan con el 3 por la divinidad y con
el 4 de la naturaleza de lo inferior.
El 7 está en todo
Vamos a encontrar tantas relaciones y aplicaciones del
septenario (el nombre que se le da a los siete planetas clásicos en
Astrología y, por extensión, a todo aquello que consta de siete
elementos) que sería difícil enumerarlas todas. Veamos algunas: el
número 7 está presente en la semana compuesta por siete días y en las
fases lunares que duran siete días cada una y, a través de las cuales,
surge el mes.
A la simbología del 7 pertenecen, por supuesto, los grupos de los siete elementos como los siete mares del mundo, las botas de las siete leguas y los siete enanitos.
En la Edad Media se conocían siete formas de arte
y, desde el inicio de la humanidad, conocemos los siete milagros del
mundo. Las siete columnas sobre las que se edificó Roma pertenecen al
mismo tipo de simbología que las siete columnas sobre las que se
construyó el Templo de la sabiduría de Salomón: en la casa de Dios sobre
la tierra se unen el tres divino con el cuatro terrenal.
Al
igual que el principio de Hermes, “Como es abajo, es arriba, como es
arriba es abajo para que perpetúe el milagro de la Unidad”, así ocurre
con el siete celestial, que tiene
su correspondencia en el siete terrenal y en los siete metales que -a
su vez- constituyen los siete pasos del proceso alquímico. La Lira, el
instrumento sagrado de Apolo, consta de siete cuerdas que originaban los
tonos de los siete planetas, los cuales elevaban el espíritu del
hombre. Los siete colores del arco iris también nos muestran al septenario como regulador de vibraciones.
De acuerdo a Cornelio Agrippa, los siete ángeles que asisten ante la faz de Dios son:
-Para el Sol, el ángel de la Luz , Miguel.
-Para la Luna, el ángel de las aspiraciones y de los sueños, Gabriel.
-Para Mercurio, el ángel civilizador, Rafael.
-Para Venus: el ángel del amor, Anael.
-Para Marte, ángel exterminador, Samahel.
-Para Júpiter, el ángel dominador, Zadkiel.
-Para Saturno, el ángel de la solicitud, Zaphkiel.
Los
pecados (o vicios capitales) también se pueden asociar con el
septenario: la soberbia al Sol, la avaricia a Saturno, lujuria a Venus,
la ira Marte, la gula
Júpiter, la envidia a Mercurio, la pereza a la Luna. Como
contrapartida, sucede lo mismo con las siete virtudes cardinales.
La dualidad del número siete aparece reflejada en la expresión bíblica “siete años de vacas flacas y siete años de vacas gordas”. Además, el 7 es frecuentemente empleado en la Biblia: en el candelabro de siete brazos, los siete espíritus reposando sobre la vara de José, los siete cielos donde habitan las órdenes angélicas y Salomón que construye el templo en siete años.
La dualidad del número siete aparece reflejada en la expresión bíblica “siete años de vacas flacas y siete años de vacas gordas”. Además, el 7 es frecuentemente empleado en la Biblia: en el candelabro de siete brazos, los siete espíritus reposando sobre la vara de José, los siete cielos donde habitan las órdenes angélicas y Salomón que construye el templo en siete años.
El 7 y los Astros
Para
la Astrología, es bien conocido que el ciclo de siete suele ser un
ciclo crítico por dos razones: o por el ángulo hostil que forma la Luna
con el Sol cada siete días (llamados días críticos) o por el ciclo de
Saturno que hace un aspecto hostil con su posición inicial cada siete
años. El 7 es el número, según se ha señalado, de la finalización de un
ciclo y su renovación. El séptimo día
el Creador dejó de trabajar y descansó e hizo de éste un día santo: el
shabat no es, por ende, su reposo exterior sino su coronación, su
finalización en la perfección, y no solamente el séptimo día, el séptimo
año también es de reposo.
El número 7, por la transformación que inaugura, posee en sí mismo un poder: es un número mágico.
Patricia Kesselman
Patricia Kesselman
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