sábado, 14 de junio de 2014

EL PERIESPIRITU

EL PERIESPÍRITU

Vulgarmente nos formamos una idea falsa de los espíritus; no son seres vagos e indefinidos, ni llamas como las de los fuegos fatuos, ni fantasmas como las de los cuentos de aparecidos. Son seres semejantes a nosotros que también tienen un cuerpo, pero fluídico e invisible a nuestros sentidos físicos.
Tres cosas esenciales se encuentran en el hombre: 1º el alma o espíritu, principio inteligente en quien residen el pensamiento, la voluntad y el sentido moral. 2º el cuerpo físico, el que podemos ver al mirarnos al espejo; 3º el periespíritu, que es el cuerpo fluídico semimaterial que sirve de enlace entre el cuerpo y el alma.
Podemos decir que el cuerpo físico es la fotocopia de nuestro periespíritu. Se encuentran unidos átomo por átomo y en el periespíritu podemos encontrar órganos, al igual que el cuerpo físico.

Los espíritus conforman su periespíritu con elementos del medio en que se encuentran, es decir que esta envoltura se integra con fluidos propios del ambiente; en consecuencia los elementos constitutivos del periespíritu varían de acuerdo con los mundos.
Dependiendo de la mayor o menor densidad del fluido de cada planeta, así será la densidad del periespíritu. Además de esto, la naturaleza de la envoltura fluídica se relaciona siempre con el grado de progreso moral del espíritu, como reflejo de su cuerpo mental.
La mayor elevación intelecto-moral va determinar como consecuencia un periespíritu más sutil. En contrapartida, los espíritus cuyas vibraciones mentales son más inferiores determinan inconscientemente que su periespíritu se presente más denso y oscurecido, no teniendo la irradiación luminosa de los primeros, no pudiendo ni siquiera percibir a los espíritus de mayor graduación, debido a que funcionan en una franja vibratoria inferior. Los espíritus inferiores no pueden cambiarla a voluntad y en consecuencia no les es posible por iniciativa propia trasladarse de un mundo a otro.
Los espíritus superiores, por el contrario, pueden acercarse a los mundos inferiores e incluso encarnar en ellos. Extraen del mundo en que entran los elementos necesarios para recubrir la envoltura fluídica o carnal adecuada al nuevo medio.
Así es como los espíritus del orden más elevado pueden manifestarse a los habitantes de la Tierra o encarnar entre ellos en misión. Como dice Kardec: “son los iluminados en el país de los ciegos”.

En el periespíritu conservamos las impresiones, sensaciones y recuerdos de nuestro largo pasado evolutivo, y poseemos en el unas determinadas matrices o señales de todo lo acontecido. Por ello atraemos, para bien o para mal, a los espíritus que nos rodean, que pueden ver claramente nuestras tendencias reflejadas en nuestro periespíritu.
Ahí conservamos nuestras experiencias en las distintas reencarnaciones por las que hemos pasado. La naturaleza del periespíritu se va modificando en cada encarnación a medida que el espíritu va progresando.
Según la calidad de los pensamientos, así será su atmósfera fluídica particular.
El periespíritu esta dotado de plasticidad, se presenta moldeable conforme a las emanaciones mentales del espíritu.
Es invisible a los sentidos físicos, pero puede hacerse visible y tangible a través de la materialización. Sobrevive a la muerte del cuerpo físico y preexiste a él, constituyendo el cuerpo espiritual del espíritu errante.
Además, tiene capacidad de penetrabilidad, no encuentra barreras materiales.

En el periespíritu podemos encontrar 7 centros vitales principales (también comúnmente llamados “chakras”): Coronario, frontal, laríngeo, cardiaco, umbilical, esplénico, básico o genésico.
Estos se ajustan y desenvuelven a la altura de los principales plexos nerviosos y son clasificados conforme a la región del organismo donde se sitúan. Son una especie de disco de energías (como hélices de avión) que giran a elevada velocidad en el sentido de las agujas del reloj, despidiendo centelleos de diferentes colores debido a la energía que los irriga.
Además de su función como receptores, los centros vitales toman energía del mundo espiritual para encaminarla hacia el cuerpo físico.
En muchos de sus libros, el medico desencarnado André Luiz se refiere frecuentemente a ellos.
A través de estos centros de fuerza, el espíritu ejerce su control y actividad sobre el cuerpo físico y toma conocimiento de las sensaciones vividas por el mismo, ya que transfieren a la región anatómica correspondiente cada decisión asumida por el espíritu.
Destacamos entre todos ellos el centro coronario, como la sede de las más avanzadas decisiones del espíritu. Es un centro que conecta el mundo divino con el mundo humano, el mundo espiritual con el material. Es el centro que supervisa a todos los demás.

El periespíritu individualiza, personifica e identifica al espíritu después de la muerte del cuerpo físico, conservando su individualidad y configurándole la apariencia humana.
Desempeña un papel fundamental en el mantenimiento y cumplimiento de las funciones fisiológicas y psicológicas. Ya Kardec, expresó: “Cuando las ciencias médicas comprendan la influencia del elemento espiritual habrán dado un gran paso y verán abrirse entre ellas nuevos horizontes, entonces encontrarán explicación muchas enfermedades y se acertará con los medios para combatirlas”. De tal manera, que el periespíritu se transforma en el ORGANIZADOR BIOLOGICO de la estructura física.
Sabemos que en todo organismo físico hay una renovación constante, hay un metabolismo constante, hay una asimilación continuada de sustancias y una eliminación incesante de las mismas. Se gasta y se construye hueso, glóbulos rojos, blancos, plaquetas, etc. Los investigadores calculan que durante una vida se reponen alrededor de 44.000 kilos de sustancias materiales (44 toneladas) en el cuerpo humano. Cambiamos de materia cada cierto tiempo, sin embargo mantenemos la forma humana y sus funciones, ello se debe al periespíritu que continuamente envía impulsos organizadores manteniendo la forma humana, hasta el fin de su encarnación.
Actúa en las comunicaciones mediúmnicas como consecuencia de sus propiedades de expansión, absorción, asimilación de fluidos ambientales.
Es el intermediario entre el espíritu y el cuerpo físico, desempeñando funciones transmisoras de las vibraciones sensoriales transmitidas a través del sistema nervioso al periespíritu y de éste al espíritu. La mente como expresión del espíritu es independiente del cerebro y jerárquicamente superior, siendo el cerebro sólo su instrumento, por lo que las facultades superiores del hombre pertenecen al espíritu.
Es sede de la memoria. Almacena todas sus experiencias de las diferentes etapas recorridas en los reinos inferiores de la naturaleza, todas sus adquisiciones de instintos y automatismos.

El periespíritu también tiene un papel fundamental en el momento de la concepción de nuestro cuerpo físico. Primeramente el reencarnante es sometido a un proceso de reducción periespiritual (de encogimiento de su periespíritu) dirigido por los técnicos espirituales. Dependiendo de la evolución particular de cada espíritu, este proceso de reducción será más o menos complicado. Posteriormente y tras varios procesos mas, el periespíritu del reencarnante imanta al óvulo materno. Este óvulo materno que irradia las vibraciones de este espíritu, pasa a atraer por sintonía de onda a aquel espermatozoide que contiene los genes que él necesita, o mejor dicho, los que merece.

Inconscientemente, el espíritu reencarnarte que sembró libremente en las vidas pasadas, y grabo los registros de esa siembra en su periespíritu imanta al óvulo materno por las vibraciones de su merecimiento y reciben en el espermatozoide la cosecha de sus actos.

Esto nos da la explicación del por qué un espermatozoide portador de las mas profundas anomalías genéticas supera a trescientos millones más en su carrera al óvulo…

La sabia ley de la naturaleza ofrece millones de opciones para que la justicia divina se cumpla a través de las leyes biológicas.


Alfredo Alonso De La Fuente
Centro espírita “Nuestro Hogar

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