Si el
anuncio hecho esta semana por el
arqueólogo israelí Eli Shukron resulta ser cierto, puede haber hallado la ciudadela del Manantial. Shukron, experto en
arqueología bíblica, confirma a ABC que ha encontrado el
mítico castillo del Rey David.
La
Ciudadela del Manantial, cuyo nombre se debe a que la fortificación conduce a un arroyuelo usado
antes de Herodes, tiene más de 3.800 años de antigüedad y es el castillo más imponente encontrado hasta la fecha de esa época.
«No hay ninguna estructura igual en todo Israel», comentó a ABC Shukron, «y cada piedra pesa por lo menos tres toneladas,
mientras que los muros alcanzan hasta ocho metros de largo, por lo que tenemos la certeza absoluta de que este castillo-fortaleza fue
construido con mucha dedicación».
El mes pasado, los
investigadores de la Ciudad del Rey David, el parque arqueológico
a los pies de la Ciudad Vieja de Jerusalén, anunciaron el descubrimiento de una ciudadela, aunque no incluyeron las sospechas de Shukron de que podría tratarse
del castillo del mito bíblico. Shukron afirma que se ha guiado con la Biblia para llegar a la conclusión de que esta fortificación, cuyas
paredes miden casi 15 metros de grosor, es la ciudadela del Rey David.
El arqueólogo comentó a la prensa israelí que varios trozos de vasijas y utensilios
de uso común encontrados dentro de la fortificación datan de esa época.
Según la descripción de la Biblia, el castillo daba a parar a un
manantial protegido por los muros para evitar que los enemigos asedieran a los que iban a por agua.
«Cuando comenzamos la excavación y
vi la inmensidad de las piedras y el tamaño de la estructura
me di cuenta de que se trataba de un edificio único, fuera de lo común.
En la Biblia se habla de cómo el Rey David baja por una pendiente en su
fortaleza, que da a un manantial, igual que esta fortificación»,
aseguró el arqueólogo. Otra prueba para Shukron es la mención en la
Biblia de una carta que el Rey David envía a uno de sus generales en
Rabat Amón, la actual Amán en Jordania. «En este pasaje
David le dice a su general en Amán que ha tomado la fortaleza del agua, en el sentido de que la ciudadela tenía un manantial», aseguró el estudioso del Rey David.
Según la Biblia,
el Rey David tomó la ciudad de Jerusalén de manos de los Jebuseos y se
hizo con la fortaleza, que se mantuvo en pie hasta la destrucción del primer Templo en el 587 a.C. «En el texto religioso se dice que cuando David se hace con la ciudadela, le cambia el nombre, que era Ciudadela de Sión, a Ciudadela de David», comentó Shukron.
La teoría de Shukron ha sido rebatida por otros arqueólogos, que, aunque se muestran de acuerdo en que el Rey David es una figura histórica, advierten de los peligros de usar la Biblia como una guía arqueológica.
Shukron no ha sido el primero en proclamar el hallazgo del castillo del
Rey David. La arqueóloga Eilat Mazar aseguró en 2005 haber dado con los
restos de la fortaleza, aunque nunca consiguió probarlo.
«El
Rey David fue una persona y ya se encontró la estela de
Tel Dan
en los noventa en la que se hablaba de la Casa de David, por lo que
está demostrado que no es sólo un personaje legendario, sino que fue de
carne y hueso», dice Shukron. «Sabiendo que existió y conociendo la
Ciudad de David como la conozco después de
20 años excavando aquí,
sé que no hay ninguna otra edificación como esta. Teniendo esto en
cuenta y las pruebas de que la fortificación daba a un manantial
protegido por muros, como dice la Biblia, creo con total seguridad que
este es el castillo del Rey David», aseguró el arqueólogo.
Verdad o mentira
j. g. calero madrid
La polémica siempre acompaña a los arqueólogos en determinadas sociedades cuyas hipótesis se basan con cierta frecuencia en textos sagrados.
Por sugerente que pueda ser una posibilidad, la de haber hallado una
fortificación tan singular en Israel, descrita en la Biblia, lo cierto
es que la única manera que un arqueólogo tiene de convencer a la
comunidad científica internacional es el estricto cumplimiento de un método, y la formulación de hipótesis sobre datos comprobables y publicados.
La Biblia no es una guía arqueológica aceptada por todos, y menos fuera
de Israel, donde hay estudiosos inclinados no solo a investigar las
huellas del pasado, sino también a hacer reconocible su gravitación
sobre el presente. Hay que dejar a la ciencia caminar a su ritmo.
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